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La lucha sigue en Turquía después de Gezi

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 Los pueblos de Turquía necesitan apoyo internacional para poder celebrar dignamente las elecciones generales

Antesdeyer, 5 de Junio de 2015, en Amed (Diyarbakır), la capital de la Kurdistán turca, explotaron dos bombas durante el mitin de HDP (Partido Democratico de los Pueblos); dos bombas en medio de miles de personas que estaban celebrando un mitin con canciones y con esperanza. Tres de ellas murieron, cientos resultaron heridas y dieciséis permanecen en estado crítico. HDP aspira a convertirse en el partido de todo el país, no solamente de los Kurdos. Es el partido que aglutina a toda la gente que exige paz, donde los participantes del Levantamiento de Gezi (la mayoría de ellos jovenes) siguen luchando por una democracia real. Apoyar al HDP significa estar contra de ese umbral del 10% del voto necesario para entrar al Parlamento, que se estableció tras el golpe de estado de 1980.

La campaña se está llevando a cabo con la ayuda de voluntarios (la mayoría de ellos nunca han votado antes por los partidos de origen kurdo), sin financiacion suficiente, y con el lema de “Vamos a superar el umbral de 10%”. Porque solo si HDP supera ese umbral, AKP no conseguirá la mayoría absoluta. El lenguaje de la campaña es muy parecido al del Levantamiento Gezi: es pacifico y muy innovador, con humor añadido y difundido por las redes sociales a traves de videos e imágenes divertidos y cancinones adaptadas. Para entender todo el apoyo que recibe el HDP hace falta saber cuánto ansía esta sociedad la paz después de 30 años de violencia, no solo por parte de los guerrilleros, sino también por parte del Estado. Desde el partido se insiste en la importancia del proceso de paz que se está llevando a cabo a través de las negociaciones con el líder del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) desde 2013.

Justo durante la campaña de estas elecciones, el Presidente Erdogan y los dirigentes del AKP (Partido de Justicia y Desarrollo, en el poder con mayoría absoluta desde 2002) dejaron de apoyar el proceso de paz porque con ello no iban a obtener rédito electoral alguno. Sacaron a colación el tema del terrorismo y acusaron al HDP de pretender dividir al pais, o aún peor, le hicieron responsable único de todo lo malo que está sucediendo. Durante toda la campaña han alimentado un clima de hostilidad, afirmando, por ejemplo, que el HDP es un partido apoyado por un grupo terrorista.

Se han bombardeado dos sedes de HDP en dos ciudades, se ha quemado vivo a un chófer del partido en su vehiculo en la ciudad de Erzurum. La víctima acabó con quemaduras de segundo grado. Anteriormente, otro chófer del partido fue asesinado a balazos, después de haber sido torturado. 120 oficinas de campaña fueron atacadas durante la campaña electoral. Esta madrugada, la policía ha realizado distintas operaciones en pueblos de Estambul, en las que se han detenido a voluntarios del HDP que iban a trabajar como observadores durante la jornada electoral.

Mientras, el Presidente Erdogan, que ha jurado imparcialidad, aumenta sus apariciones públicas y las utiliza como pretexto para pedir votos para su querido partido AKP. Detrás de todo esto, hay un empeño desmesurado por cambiar el sistema de representación y sustituirlo por uno presidencial, reforzar su figura, aumentar su poder y acallar las voces discrepantes, como ya ha hecho recientemente con la aprobación de su ley mordaza a la turca. Su discurso es beligerante y despreciativo hacia ciertos colectivos, especialmente hacia las mujeres, quienes, en señal de protesta, le dieron la espalda en uno de sus mítines. A menudo, durante sus intervenciones pide votos con el Coran en la mano, desprecia a todos los líderes de los partidos de la oposición y condena a las candidatas lesbianas.

Estamos en vísperas de la jornada electoral, y tenemos motivos suficientes para desconfiar de que las elecciones de hoy no se van a celebrar con todas las garantías democráticas y de seguridad que deberían. Durante la campaña electoral, el HDP ha sufrido varios ataques: en sus sedes, a sus voluntarios y trabajadores, a su libertad de expresión. Todo hace presagiar que en el día de mañana estos ataques se producirán de nuevo, y que los observadores del partido no podrán realizar su cometido con todas las garantías que exige un estado democrático de verdad. Las continuas provocaciones y hostilidades hacia el HDP auguran el peor de los caos, con resultado de guerra civil. No queremos ser como Siria. Los pueblos de Turquía, los que creemos en la libertad y en la diversidad religiosa, en el ateísmo, los que tenemos orígenes diversos, solo queremos PAZ.

Nos involucramos en la política porque la política afecta a nuestras vidas y da forma a esta. Lo personal pertenece al terreno de la política. Queremos decidir por nosotros mismos cómo vivir nuestra vida. Queremos que la política salga del Parlamento y que se haga en la calle, sin amenazas, sin extorsiones, en libertad. Por ello, necesitamos el apoyo de la comunidad internacional, al igual que, en su momento, los gobiernos europeos dieron su apoyo a Erdogan, el islamista moderado.

Nos jugamos mucho en estas elecciones, como en su día se jugaba Grecia en las suyas, en las que Syriza se alzó con el poder. Las elecciones de mañana se merecen la misma atención internacional. Es un momento decisivo para la democracia en Turquía: o seguimos con el autoritarismo neoliberal o lo superamos y empezamos a caminar hacia una democracia real.

 

Evin Deniz

6.6.2015


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